Texto nro. 2 " La bobina maravillosa". de Eduardo Zamacois y Quintana
‘La bobina
maravillosa’
Cuentan
que hace mucho tiempo, existió un rey bondadoso y trabajador, pero que tenía un
hijo muy perezoso y falto de ilusiones, al que no le apetecía hacer nunca nada.
No hacía más que quejarse todo el rato y responder con malas palabras cada vez
que le ordenaban hacer una tarea:
– ¡Ojalá fuera ya mayor para poder ser rey y hacer lo que quisiera!
Pero un día, el príncipe encontró una bobina de hilo de oro sobre su cama y, para su sorpresa, la bobina le habló:
– Soy una bobina especial. Represento tu vida, toda tu vida, desde el principio hasta el final. ¿Ves que sobresale un poco de hilo? Son los años que ya has vivido. Si tiras del hilo, tu vida avanzará. Debes tratarme con cuidado, porque el hilo que desenrrolles, no podrá volver a su lugar. Puedes tirar del hilo y pasar a otra etapa de tu vida si quieres, pero recuerda… los años que saltes, no volverán. Piénsalo bien.
– ¡Maravilloso! – respondió asombrado el príncipe– Además siempre he querido ser más mayor.
Así que, sin pensarlo más, tiró de la bobina. ¡Se moría de curiosidad por saber si lo que decía la bobina era verdad! Se miró en un espejo que tenía en su cuarto y efectivamente, ya no era un adolescente, sino un joven apuesto, de unos 20 años.
El
príncipe sigue investigando cómo será su vida con la bobina maravillosa
Pero
de pronto el príncipe pensó que con esa edad tendría que trabajar mucho, así
que decidió tirar un poco más, y se hizo algo más mayor. Tenía unos 35 años,
una espesa barba y una corona en la cabeza… ¡era rey!
– ¡Es
la corona de mi padre! ¡Ya soy rey!– gritó entusiasmado.
Pero
el príncipe no estaba conforme, porque le entró curiosidad por saber cómo
serían su mujer y sus hijos, y volvió a tirar de la bobina. Y al instante
apareció junto a él una hermosa mujer de largos cabellos dorados y cuatro niños
sonrosados.
– ¡Qué
bella es mi mujer y qué lindos mis hijos!- se dijo el príncipe- Pero… ¿Cómo
serán mis hijos de mayores?
Así
que el príncipe volvió a tirar del hilo y sus hijos de pronto crecieron. Eran
unos hombres hechos y derechos. Entonces es cuando se dio cuenta de su error.
Se miró al espejo y vio un hombre anciano, enjuto, encorvado de pelo blanco y
rostro consumido.
– ¡No!
¿Qué es esto? – dijo entonces el príncipe- ¡Soy un anciano decrépito! – dijo
entonces angustiado.
Miró
la bobina y vio que ya quedaba muy poco hilo. Su vida estaba llegando a su fin.
El príncipe intentó enrollar de nuevo el hilo, totalmente desesperado, pero no
pudo.
– Te advertí- dijo la bobina- Y no me hiciste caso. Ahora no hay vuelta atrás y toda tu vida se ha esfumado. Has desperdiciado tu vida y ahora debes acabar…
El viejo rey asintió. Cabizbajo, salió al jardín para vivir sus últimos minutos de vida. Bajo el sol de primavera y entre árboles repletos de flores, el rey, murió.
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