ORIENTACIÓN Y CONVIVENCIA. SÓLO PARA ESTUDIANTES DE 3ero. A

 

 ACTIVIDAD EVALUATIVA Nro. 1 LA CUADRATURA DE MI VIDA . (esta actividad nro 1 es sólo para los que no me la han entregado, ya unos me la dieron en el salón

:INDIVIDUAL- Fecha tope de entrega o envío: 09-02-2022

Una primera página con la portada

y en la segunda hoja su cuadratura. Que consiste en argumentar cada aspecto de su cuadratura.

 YO SOY:



 MI FAMILIA ES:

 CREO EN:

 MIS AMIGOS:

 YO COMO HIJO(A):


 LO QUE MÁS ME GUSTA DE MI PERSONALIDAD ES:


 MI FUTURO:

 EL PERDÓN:

 LOS ASPECTOS DE MI PERSONALIDAD QUE  QUISIERA MEJORAR SON:

 

 LA PANDEMIA ME HA ENSEÑADO:

 LO MÁS IMPORTANTE PARA MÍ ES:

 LO QUE ME DESAGRADA DE L GENTE ES:

 

ACTIVIDAD EVALUATIVA Nro. 2 

 PRODUCCIÓN ESCRITA. EN PAREJA O INDIVIDUAL.  ENTREGAR O ENVIAR NTES DEL  18-02-2022

Consiste en seleccionar uno de los dos textos que a continuación se le presenta, lo leen y comprenden  y luego realizan  un  flayer, cartel, un afiche (en una hoja tamaño carta) donde representen el tema central de texto, su moraleja.


EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO

Un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.

 

– Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?. ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

 

El maestro, sin mirarlo, le dijo: – ¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

 

– E… encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas-. – Bien -asintió el maestro-. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

 

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

 

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.

 

– Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

 

– ¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

 

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: – Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. – ¿¿¿¿58 monedas???? -exclamó el joven-. – Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente… El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. – Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-.

 

Tú eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

 

2.- EL ELEFANTE ENCADENADO

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo creía todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…

 

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

 

ACTIVIDAD EVALUATIVA  Nro. 3 

REALIZAR UN MAPA MENTAL CON EL SIGUIENTE  MATERIAL. LO PUEDEN HACER  EN GRUPOS DE TRES PERSONAS COMO MÁXIMO.  FECHA TOPE O MÁXIMA DE ENTREGA O ENVÍO , 25- 02- 2022



La autoestima en los adolescentes

La autoestima en los adolescentes es clave para su bienestar psicológico. Debemos trabajar en ellos la autoaceptación, el autoconcepto, la responsabilidad y la tolerancia a la frustración

La autoestima en los adolescentes

La autoestima en los adolescentes determinará su calidad de vida en la edad adulta. Este músculo psicológico erige una raíz primordial en el carácter del joven en esa etapa de cambios, de desafíos y dificultades donde necesitará sin duda, no solo de todo nuestro apoyo, sino de un apoyo inteligente, sensible y validador. Un apoyo que logre ser de ayuda, en lugar de actuar como un muro que veta y prohibe.

 

La adolescencia es un período complejo, lo sabemos. Una etapa del desarrollo evolutivo donde asentar identidades, valores, autoconceptos… De ahí la necesidad de experimentar, conocer y posicionarse en diversos roles. Por eso, es especialmente importante que la autoestima en los adolescentes sea alta, fuerte y saludable. De lo contrario, pueden emprender un camino desacertado.

 

Durante la adolescencia adquiere fuerza la necesidad de reflexionar profundamente sobre uno mismo. A su vez, el cerebro va madurando y se adquieren nuevas habilidades. Todo ello influye en el proceso de adquisición de una nueva identidad. De ahí que solo cuando hemos desarrollado un autoconcepto coherente de nosotros mismos, podremos construir nuestra autoestima.

 

“La adolescencia es un nuevo nacimiento, ya que con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos”

La autoestima es la valoración del autoconcepto

El autoconcepto es la representación mental global que tenemos de nosotros mismos. Se nutre del autoconocimiento. Por ejemplo “soy muy impulsivo cuando tomo decisiones”, “me divierte pasear con mi perro por el parque”, “soy muy competitivo cuando juego al fútbol” o “hablo de manera muy formal con mi tío”.

Durante los primeros años de vida, el autoconcepto es más moldeable. Y, por tanto, más susceptible de incorporar los valores, evaluaciones y expectativas provenientes de las figuras de apego. Ahora bien, durante la adolescencia es mucho menos coherente, más arbitrario y cambiante.

Así, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Tennessee nos señalan que los adolescentes con baja autoestima presentan una tendencia mayor a la violencia, consumo de drogas y tendencia a conductas sexuales de riesgo.

Al darnos cuenta de lo que somos y cómo somos, el autoconcepto también nos da información de cuánto valemos. Por tanto, el autoconcepto contiene la autoestima, la cual dependerá de la valoración que hacemos de nosotros mismos en relación a determinados aspectos.

 

¿Cuándo se forma la autoestima?

La autoestima se va forjando desde el nacimiento, al igual que el autoconcepto. Es, a su vez, fruto de la interacción de distintos factores:

 

Por un lado, genéticos (temperamento)

Por otro, los ambientales (personales, sociales y culturales).

Todos ellos se van asimilando e interiorizando a medida que vamos creciendo. Esta valoración de uno mismo puede ir variando con la edad.

 

Así mismo, y de acuerdo con el modelo propuesto por Harris Clemens, la autoestima se desarrolla de manera positiva cuando los adolescentes logran el equilibrio entre estas cuatro dimensiones:

 

Vinculación: Capacidad de construir vínculos sanos, satisfactorios y recíprocos.

Singularidad: Reconocimiento de las características, habilidades o virtudes que lo distinguen y por las cuales también es reconocido y valorado por los demás.

Poder: Sensación de control sobre decisiones, capacidad de afirmarse, ser escuchado y manifestar de forma clara sus opiniones o deseos.

Pautas: Modelos de comportamiento deseable y puntos de referencia positivos que le sirven al adolescente para construir su sistema de valores.

¿Cómo se valora un adolescente a sí mismo?

Cuando le pides a un adolescente que se describa a sí mismo, normalmente lo hará atendiendo a atributos externos relacionados con su aspecto físico (atractivo, rasgos, figura…) y actividades realizadas (capacidades intelectuales y formas de relacionarse con los demás).

 

Su visión gira en torno a los conceptos de valía y competencia. Por ello, está muy relacionada con el éxito escolar, la competencia social y el equilibrio emocional.

 

La autoestima en los adolescentes experimenta diferencias en cuanto al género:

 

Las chicas suelen tenerla menor y más vulnerable. Les preocupa enormemente su apariencia física, el éxito social y su rendimiento académico.

La autoestima de los chicos se rige más por la dificultad de cumplir el estereotipo de hombre como tipo seguro de sí mismo, duro e intrépido.

Chico adolescente mirándose al espejo

Conductas que indican el grado de autoestima en los adolescentes

Dependiendo del nivel de autoestima que el adolescente tenga, así se verán influidos el resto de aspectos de su vida: escolar, familiar, afectivo, intrapersonal… Además, esta valoración incidirá decisivamente en su personalidad posterior y en su felicidad.

 

Adolescentes con alta autoestima

Se sienten queridos y aceptados por su entorno.  Además, se encuentran motivados para aprender, probar cosas nuevas y están dispuestos a conocer mundo.

Suelen mostrarse optimistas respecto a su futuro y saben abordar sus problemas desde diversos puntos de vista.

Se establecen objetivos y metas a corto y medio plazo y son capaces de responsabilizarse de sus propios comportamientos y decisiones.

Conocen sus fortalezas y debilidades. Al igual que saben aceptar las críticas, son autocríticos y se enfrentan a los problemas.

Tienen estabilidad emocional y dan muestras de empatía.

Son sensibles ante las necesidades ajenas, se comunican fácilmente con las personas de su alrededor y mantienen una red saludable de contactos en su entorno.

Adolescentes con baja autoestima

No obstante, las conductas que dan indicios de baja autoestima en los adolescentes están encabezadas por una falta de confianza en sí mismos y en sus capacidades.

Se consideran inferiores a los demás, no respetados y no valorados. Esto hace que rechacen realizar actividades grupales en las que han de cooperar con los demás.

Sienten inseguridad y un paralizante miedo al fracaso.

A menudo, dan muestras de falta de disciplina, de compromiso y de asunción de su responsabilidad.

En su intento por sobresalir y dada su necesidad constante de llamar la atención engañan y mienten.

Echan la culpa a los demás y a menudo adoptan una actitud agresiva, violenta, regresiva, desafiante y antisocial.

Chica adolescente llorando en el puerto por la violencia en las parejas de adolescentes como la suya

¿Para qué sirve la autoestima?

Erik Erikson, conocido psicoanalista experto en el desarrollo psicosocial, determina que la adolescencia es un proceso de búsqueda de identidad y de sentido personal.

 

Por tanto, aunque se establezca usualmente en términos de crisis y de caos hormonal es saludable y contribuye al fortalecimiento del ego del adulto. La conquista de la identidad tiene que ver con la función que se desea desempeñar en el futuro y con las fuerzas educativas a seguir. La búsqueda de la identidad es una tarea vital.

Por tanto, la autoestima contribuye a que nos aceptemos a nosotros mismos y que valoremos nuestras cualidades. Al igual que sabemos cuáles son nuestros defectos, debemos ser conscientes de las fortalezas que tenemos y sacarlas a relucir.

No es ser ególatra, es ser realista y alimentar nuestra autovaloración. La autoestima es una muestra de respeto hacia ti mismo y hacia los demás. Solo el que se respeta se hace respetar. Al igual que únicamente el que se valora, se pone en valor ante el resto de personas.


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